Este Mes de la Mujer quiero hablar de Mónica Lewinsky. No porque su historia sea nueva ni porque ella lo necesite, sino porque nosotros sí. Porque durante más de dos décadas hemos repetido la misma narrativa simplificada de su historia sin cuestionarnos lo suficiente. Porque hemos permitido que su nombre sea sinónimo de escándalo y de chiste, en lugar de reconocerla como lo que realmente fue: una joven de 22 años atrapada en el centro de una relación de poder desigual, convertida en la villana de una historia que no escribió sola, y castigada de manera desproporcionada mientras el otro protagonista de la historia —un hombre en una posición infinitamente superior— siguió adelante con su vida, su carrera y su legado prácticamente intactos.
Share this post
Mónica Lewinsky y la disculpa que el mundo le…
Share this post
Este Mes de la Mujer quiero hablar de Mónica Lewinsky. No porque su historia sea nueva ni porque ella lo necesite, sino porque nosotros sí. Porque durante más de dos décadas hemos repetido la misma narrativa simplificada de su historia sin cuestionarnos lo suficiente. Porque hemos permitido que su nombre sea sinónimo de escándalo y de chiste, en lugar de reconocerla como lo que realmente fue: una joven de 22 años atrapada en el centro de una relación de poder desigual, convertida en la villana de una historia que no escribió sola, y castigada de manera desproporcionada mientras el otro protagonista de la historia —un hombre en una posición infinitamente superior— siguió adelante con su vida, su carrera y su legado prácticamente intactos.