¿Qué debe hacer la comunidad internacional cuando la diplomacia fracasa?
Hablemos de Venezuela 🇻🇪
El tercer mandato de Nicolás Maduro, iniciado el pasado 10 de enero, no es un mero acto simbólico de la continuidad de un gobierno autoritario. Es la consolidación de un sistema que ha colapsado las bases de una nación, desmantelado su institucionalidad y sembrado desesperanza entre millones de venezolanos. Para quienes seguimos de cerca a Venezuela desde el extranjero, este nuevo episodio no solo indigna; es un caso de estudio sobre cómo un régimen se aferra al poder incluso cuando la economía, la legitimidad y el apoyo popular se desmoronaron, mientras la comunidad internacional hace todo lo posible por acabar ese mismo régimen.
Las elecciones presidenciales de 2024 no fueron elecciones en el sentido democrático del término. Sin competencia libre ni igualdad de condiciones, estuvieron marcadas por inhabilitaciones, manipulación mediática y coacción directa a los votantes. Desde su concepción, el proceso estuvo diseñado para perpetuar a Maduro. Esto no es una posición política, es un análisis objetivo basado en los hechos.
Las actas electorales presentadas por María Corina Machado reflejarían en cualquier parte del mundo un triunfo irrefutable. Sin embargo, en Venezuela se vuelven irrelevantes porque el derecho ha sido reemplazado por el decreto, y la narrativa oficial pesa más que los hechos verificables. Mientras, vemos como el aparato represivo del régimen asegura su permanencia.
La detención de María Corina Machado no solo fue una advertencia, sino también un recordatorio: en Venezuela, la libertad no es un derecho, sino una concesión del gobierno. Y, como ocurre con los episodios más recientes —desde el polémico video de su arresto hasta el infame detalle de la cartera azul—,
la historia de Venezuela parece escrita por un guionista cuyo propósito es desconcertar incluso al más inteligente.
Hablemos ahora de la comunidad internacional: desde Washington hasta Bruselas, la respuesta ha sido condenatoria pero ineficaz. Las sanciones económicas, los pronunciamientos diplomáticos y el aislamiento político no han logrado doblegar a un régimen que ha aprendido a adaptarse y resistir. En paralelo, Rusia, China e Irán han reforzado su apoyo estratégico al chavismo, garantizando su supervivencia económica y política y neutralizando la presión occidental. Mientras sus vecinos Colombia y Brasil se mantienen con una postura tibia.
Pero, siendo objetivos, ¿cuál es el rol de la comunidad internacional en la historia política reciente? Quizás el ejemplo perfecto es Siria. ¿Cuánto tiempo tomó para que el régimen de Bashar Al Assad colapsara? Y, más aún, ¿fue la comunidad internacional la que logró debilitar su poder? Sabemos que la respuesta es negativa.
Siria, al igual que otros regímenes autoritarios, expone el fracaso global en las causas de las libertades políticas y crímenes de lesa humanidad.
Y si es así, la pregunta incómoda persiste: ¿Qué debe hacer la comunidad internacional cuando la diplomacia fracasa y el autoritarismo se consolida? Hasta ahora, las respuestas han sido contradictorias, y en algunos casos han fortalecido al régimen. Pero no todo recae sobre el chavismo. La oposición venezolana, con su fragmentación crónica, y en el pasado con incapacidad de articular una estrategia coherente, también ha contribuido al estancamiento.
Desde mi posición como venezolana en el extranjero, como alguien que dejó su país a los 12 años y que lleva más de 24 años fuera, siento el peso de contar esta historia. No solo como periodista, sino como una persona comprometida con un país que merece mucho más que el futuro que hoy enfrenta.
Un cambio de gobierno llegará, eventualmente, porque nada es eterno.
La verdadera pregunta no es si ese cambio sucederá, sino cuánto sufrimiento adicional será necesario antes de que ocurra.
Buena noche. Lo primero es manifestar mi admiración por su trabajo. Para los que estamos dentro de la jaula sabiendo lo que todos saben que pasa y deseando que pase lo que tiene que pasar.... Se hace duro cada golpe de realidad que nos pisa. La pregunta que me hago: ¿Realmente la comunidad internacional está haciendo TODO lo que tiene que hacer? Ante tantos intereses donde cada quien se acomoda, parece que la ingenuidad no nos abandona. Gracias.